Autor: David Blay Tapia
En cinco años la Comunidad Valenciana superará en potencial de innovación a Madrid y Barcelona. Son datos de un estudio publicado a finales del año 2019 y que sitúa el epicentro emprendedor en la región levantina.
No es casualidad, tras una década en la que las incubadoras y aceleradoras han atraído talento, impulsado ideas disruptivas (en su mayoría protagonizadas por jóvenes) y lanzado al mercado empresas que hoy no solo son rentables sino disponen de un crecimiento sostenible y continuado.
Era cuestión de tiempo que el foco se trasladara a la gastronomía, posiblemente el segundo pilar en el que se ha asentado el liderazgo valenciano en los últimos diez años. Pero lo que era difícil de prever es el auge de iniciativas que han llevado a conformar un ecosistema propio, definido, por ejemplo, en un Hub como KmZero.
Cuando Gasma inició su grado en gastronomía y ciencias culinarias este movimiento era incipiente, pero no había explotado. Por lo que el mercado laboral de los futuros licenciados era amplio, pero ni de lejos casi tan infinito como el que se presenta en estos momentos.
Uno puede estudiar las carreras de nuevo cuño pensando en los puestos clásicos, sin duda. Chef. Jefe de sala. Responsable de un restaurante. Director gastronómico de un hotel. O hasta de una cadena de ellos. Pero, al margen de los ya establecidos, desde el nacimiento de la universidad castellonense las opciones se han multiplicado. Hasta el punto de que cualquiera puede plantearse algo inédito hace tan solo un lustro: inventar una nueva profesión o habilidad, siempre dentro de la cadena del planeta culinario.
Ramón Perisé, responsable del departamento de I+D en un restaurante tan vanguardista como Mugaritz, ya adelantó esta realidad durante su visita a Gasma: “Los alumnos de Gasma forman parte de una generación, que, en un futuro, podrá desarrollar trabajos que a día de hoy no existen y que solamente podemos imaginar”.
En este tiempo hemos descubierto cómo añadir sabores dentro de los huevos (el caso de Koroko con ajo, trufa, jamón o queso azul). Acudir al mundo de los insectos para producir suplementos proteicos o barritas energéticas. Tostar café en la capital del Turia al tiempo que se hacen sus envases compostables para preservar el medio ambiente. Crear una plataforma de trazabilidad a través de blockchain para mejorar las cadenas de suministro en la industria alimentaria. Apostar por bebidas vegetales cien por cien ecológicas o integrar jardines o huertos verticales para aprovechar al máximo los espacios disponibles en los locales de restauración.
Todo ello supone, además, no solo la atracción de talento sino la enorme apertura de oportunidades para cualquier persona que se haya formado en estas materias y salga por primera vez al mercado a tratar de involucrarse laboralmente en el sector.
De este modo, tanto las primeras promociones de Gasma (muchos de cuyos integrantes ya están operando profesionalmente) como las venideras aumentan exponencialmente sus opciones de cara al futuro. Tanto a nivel de cercanía como, si se diera el caso, con la intención de emprender en territorios más lejanos. Pero siempre disfrutando del acceso a uno de los mejores ‘expertise’ de España.
Uno de los objetivos de Gasma ha sido, desde sus inicios, fomentar el espíritu emprendedor y estrechar las relaciones entre la universidad y la industria alimentaria. Así, los alumnos del Grado en Gastronomía cursan asignaturas específicas, como ‘Modelos de Negocio y TIC’s en Gastronomía’, donde trabajan con empresas de referencia para ofrecer soluciones innovadoras, o Emprendimiento Aplicado a la Gastronomía, donde crean desde cero su propia startup que presentan en una incubadora de empresas.