El pasado 24 de febrero a las 20:00h tuvo lugar la segunda Masterclass Nacional del Club de estudiantes La Cocina, formado por alumnos y alumnas del grado universitario de gastronomía. En este caso, los participantes tuvieron la oportunidad de visitar El Salvador, pequeña nación de América Central conocida por sus playas, surf y paisajes montañosos.
Tras conocer Venezuela en el primer encuentro, Airi Shibata, Pablo Durán, Jason Sarmiento y JuanPa Magaña explicaron en pocas palabras qué es ser un salvadoreño o guanaco, como también se les denomina en un ambiente informal.
Para reconocer a un salvadoreño a simple vista, los ponentes compartieron algunas pistas que le delatan. Si se come las pupusas con las manos –especie de tortillas gruesas de masa de maíz que, a diferencia de las arepas venezolanas, se cocinan ya rellenas–, es un guanaco. Si apoya con todas sus fuerzas a la Selección de Fútbol Nacional o como ellos la llaman, la selecta, es un guanaco. Si cruza la calle sin miedo alguno, es un guanaco. Y si dice “¡Qué chivo!” cuando algo le parece ‘cool’, o “Salú” para despedirse, no hay duda, es un auténtico guanaquito.
Con una media de habitantes por m2 que casi triplica a la media española, a este país se le conoce como ‘El Pulgarcito de América’. Playas, ruinas o lagos inundan el paisaje; farolitos, danzas y luces decoran las ciudades en tiempos de fiestas como es el Día de la Independencia; y café, azúcar y añil dejan atrás su país de origen para exportarse a todas partes del mundo.
Ahora bien, para entender su gastronomía, Airi Shibata dejó muy claro que una tortilla nada tiene que ver con la tortilla española de patata; el auténtico quesillo no es el queso latino que venden en los ultramarinos de productos americanos; y que la horchata salvadoreña es de ‘morro’, no de chufa como es costumbre en Valencia.
Con esto claro, dio comienzo la pequeña degustación que habían preparado los ponentes a fin de dar a probar la cocina de El Salvador. Para abrir el paladar ofrecieron la famosa yuca frita con salsa salvadoreña –a base de tomate– y curtido. A continuación, una de las elaboraciones más populares, pupusas rellenas de frijol y queso; y por último pero no menos importante, unos deliciosos buñuelitos fritos.
Así pues, una cocina de calle, frituras y comida sancochada, frutas tropicales con limón y sal, sopas de las abuelas y helados de todo tipo configuran el panorama culinario de esta región.
Dos cuestiones despertaron la curiosidad del público: ¿Cuántas pupusas se come un salvadoreño?, y ¿existen restaurantes gastronómicos de cocina salvadoreña en el país?”. Las respuestas fueron claras: “Una media de tres o cuatro por persona”, y “No en gran cantidad, en El Salvador hay una gran presencia de franquicias y la cocina típica salvadoreña se suele apreciar en las calles y casas de las abuelas”.
Para acabar, una última pregunta desde el club cerró la ponencia: ¿Hay chefs salvadoreños de referencia que con sus restaurantes o proyectos de gastronomía están destacando en el panorama internacional? «No que nosotros sepamos” fue la respuesta unánime, aunque se podría añadir un “de momento”.
Quién sabe cuál será la próxima parada de las Masterclass Nacional de La Cocina, lo que sí se sabe es que se anunciará en redes y que estás invitado. ¡Te esperamos en la próxima pequeña locura!
Autora: Ana González Barranco