La decisión de Juan Pablo Morales de iniciar sus estudios en gastronomía se debe más a la casualidad, que a una vocación temprana. Una ‘bendita’ casualidad que le marcó tanto como para no dudar en dar un giro de 180 grados en su carrera, subirse a un avión, recorrer el espacio que separa Guatemala de España y comenzar el Grado Oficial en Gastronomía que la Universidad CEU Cardenal Herrera imparte en Castellón (Comunidad Valenciana).
Tras finalizar sus estudios en el Colegio Evelyn Rogers de Ciudad de Guatemala y mientras cursaba la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Galileo, comenzó a trabajar en puestos administrativos de varias empresas. Juan Pablo trabajaba durante los fines de semana y buscaba una afición con la que llenar el tiempo libre que tenía entre semana. La cocina llenaría ese hueco: “Siempre me había gustado y sabía preparar bien algunas elaboraciones como la carne asada, pero quería aprender otras cosas, así que decidí apuntarme a un curso de cocina”. Aquellas primeras lecciones le marcaron tanto que sólo necesitaría un mes para decidir que su vida debía tomar un nuevo rumbo: “Me empecé a obsesionar con la cocina, a leer más, a investigar… Ese es el tiempo que me bastó para decidir que quería ser cocinero y que necesitaba unos estudios superiores y más avanzados”. Llegaba la hora de tomar una de esas decisiones que pueden cambiarlo todo ¿Seguir trabajando y terminar una carrera de la que apenas le quedaban unas asignaturas? ¿Echarle valor y apostar por lo que a uno realmente le gusta?
La decisión estaba tomada. Juan Pablo comenzó a investigar diferentes programas de estudios superiores en gastronomía, a valorar la posibilidad de iniciar una nueva vida en otro país. Durante ese proceso y a través de Gasma (Campus de Gastronomía y Management Culinario del Mediterráneo), descubrió el Grado Oficial en Gastronomía de la Universidad CEU Cardenal Herrera. La posibilidad de conseguir una beca que le ayudara a pagar parte de sus estudios fue determinante para iniciar el proceso de admisión: “La beca no sólo me ha permitido estar aquí, sino aprender también cómo se trabaja en cocina, la importancia de la limpieza, la disciplina y el orden en el trabajo diario de un cocinero”.
Como beneficiario de una de las becas ‘Recompensa tu esfuerzo’, Juan Pablo comparte tareas con otros estudiantes internacionales de procedencias tan dispares como Venezuela, Lituania, Italia… Una experiencia internacional que se amplía al resto de estudiantes del Grado Oficial en Gastronomía, con más de 12 nacionalidades distintas representadas. De hecho, Juan Pablo no duda en calificar esa convivencia junto al resto de sus compañeros como uno de los aspectos más positivos de su nueva vida: “Estudiar aquí te permite estar cada día con gente que comparte la misma obsesión que yo, que es cocinar”. Además, el hecho de convivir diariamente con alumnos de otros países ha enriquecido aún más, si cabe, su cultura gastronómica: “Cocinamos muchas veces juntos, no sólo en la escuela, sino también en casa, por lo que te permite aprender productos y elaboraciones de otros países”.
En cuanto a su experiencia como alumno del Grado Oficial en Gastronomía, Juan Pablo la califica sin dudar como muy positiva: “He aprendido muchísimo durante el tiempo que estoy aquí, desde ingredientes y cómo elaborarlos, hasta técnicas… de todo”. Y, por supuesto, Management Culinario, uno de los pilares fundamentales de este Grado. Al respecto, Juan Pablo habla con la autoridad del que ha ocupado puestos de gestión en diferentes tipologías de empresas: “Sea cual sea la empresa o la carrera que estés haciendo, si quieres dar el paso y sobresalir, tienes que ser capaz también de administrar”.
A sus 25 años y a punto de finalizar el primer curso del Grado Oficial en Gastronomía, Juan Pablo se siente plenamente adaptado a su nueva vida ¿Animaría a otros compañeros a seguir su ejemplo y a cambiar de vida para perseguir un sueño? “Si uno quiere dar el paso, lo importante es probar. El no ya se tiene y el no significa hacer lo mismo que has estado haciendo todos los días. El sí, en cambio, vale la pena. Yo ya estoy aquí y puedo decir que vale la pena”.